Arte y Espectáculos

La épica de los arrieros, clave en “Esplendor de los días venideros”

La película del neuquino Miguel Zeballos volverá a proyectarse este lunes, tras su estreno días pasados en este Festival de Cine. Es un filme de autor que sigue el trabajo de dos arrieros en Neuquén y que indaga en la muerte y el vacío.

 

 

Vacío, muerte y memoria, los tres conceptos que busca emparentar el director de cine Miguel Zeballos en “Esplendor de los días venideros”, una película con un fuerte sello autoral que volverá a verse este lunes a las 16.10 en el Paseo Aldrey, tras su estreno el sábado último en el Festival de Cine de Mar del Plata.

Película con matices filosóficos, que enhebra el ensayo, la ficción y el documental más puro, “Esplendor de los días venideros” busca convertirse en una “experiencia sensorial” que se disfruta en una sala de cine, a partir de los bellísimos paisajes neuquinos que muestra.


Zeballos: “Es un cine para sentarse y ver qué te pasa”


En Mar del Plata, durante su estreno “las devoluciones fueron increíbles”, contó el director a LA CAPITAL. “La gente que no es cinéfila se queda impresionada, es un cine para sentarse y ver qué te pasa, te puede pasar nada o puede ser una experiencia sensorial, que es lo que intenta este tipo de trabajo”, agregó el cineasta y director de teatro nacido en la ciudad de Neuquén.

Al pie de la cordillera patagónica, Zeballos y un minúsculo equipo de trabajo (una productora, un sonidista y un director de fotografía) siguieron a Clementina y Jonás, dos arrieros que debían trasladar y cuidar a un grupo de animales de la zona.

“No dormíamos en carpa -recordó-. Ibamos de un pueblo que se llama Las ovejas, donde paramos adonde estaba sucediendo el arreo, todas las madrugadas. Básicamente

fueron dos arreos los que registramos, el arreo a veces tarda dos o tres días. Ibamos a contemplar ese mundo, sin ningún plan, el plan era contemplar ese viaje que hacen ellos y cuando van a sus casas a descansar ahí nos quedamos unos días más filmando algunas situaciones. Es una especie de epopeya tremenda la que hacen, porque cruzan por lugares bastante inaccesibles, muy difícil de llegar incluso caminando, solo se acede con caballos. La película intenta acercarse a esa épica en el medio de la nada”.

Los planos fijos, la ausencia de entrevistas y el gesto de intervenir lo menos posible en lo que estaba sucediento ayudan a apreciar ese mundo desconocido para las audiencias urbanas.

Además de las imágenes de Clementina y Jonás, la película de Zeballos también agrega textos en off vinculados con los temas que lo interpelan: la muerte, el miedo a la muerte, la inmensidad, el paso del tiempo y otros.

“Son temas muy personales, que me fueron rondando a lo largo de los años -confió-. Yo también hago teatro y en un momento entendí que todo lo que escribo tiene que ver con la muerte. Es un tema recurrente que intento llevarlo a todo cada cosa que filmo”.

Zeballos contó que este filme es parte de una trilogía que se completa con “Un continente incendiándose”, su película anterior, y con otra historia que aún no rodó y cuyo camino no dilucidó.

“Un continente incendiándose es sobre una mujer campesina y cantora del norte del Neuquén que se llama Mercedes Muñoz. Es la contemplación de su historia que filmamos en tres o cuatro viajes y está acompañada por unos textos que van en off, que van un poco a contramano de lo que se ve, van en paralelo, no ilustran lo que se está viendo, reflexionan todo el tiempo”, dijo. Una propuesta parecida es la que lleva a cabo en “Esplendor de los días venideros”.

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